Es cierto que el Rayo se está ganando a pulso el calificativo de 'Bestia Negra' del Betis o de Mel en los últimos enfrentamientos, y más después del triunfo logrado en el Villamarín. Pero no caigan en esoterismos, la derrota verdiblanca ante el conjunto madrileño este sábado ha sido del todo lógica y nada mística viendo el desarrollo del encuentro.
El equipo de Paco Jémez se ha llevado los tres puntos del estadio bético por una sencilla razón, ha sabido hacer mejor su trabajo que el Betis, ha sabido cómo plasmar su idea de juego en el terreno de juego. Por contra, el equipo de Mel ha pecado de obstinación y, esta vez sí, ha caído de veras con sus ideas. No habría ido mal, quizás, algún movimiento 'protector' para su equipo por parte del madrileño.
El Betis fue inferior pues en la teoría, pero también en la práctica, y en los errores. Porque la defensa verdiblanca, en los dos goles, y Fabricio, en un estado extremo de nervios, pusieron de su parte para que los madrileños se llevaran la victoria.
Pero por partes. Resulta que juega el Rayo con un extravagante sistema, algo así como un 3-5-2, grosso modo. No hace falta ser un lince pues para denotar la población de su medular, ni tampoco de la debilidad aparente, al menos numérica, de su defensa. Pero con eso juega. El Betis, claro, intentó en el partido maximizar los puntos débiles del rival y minimizar sus virtudes, pero el efecto fue el contrario.
Dos contra cuatro o cinco, eso era la película del desarrollo del partido en el centro del campo. Beñat y Cañas se lo dejaron todo en la batalla, pero la lástima fue que solo fue en eso, en la batalla, porque extrañaron la pelota, y cuando Beñat extraña la pelota, es que el Betis sufre. Y sufrió, más allá del tempranero intercambio de golpes (del Rayo en el 2', de Molina en el 4'). Porque sin la pelota, lo que predominaba era la superioridad rayista en el centro del campo, y no sus huecos en defensa, que además tampoco sabían explotar ni Juan Carlos ni Agra, nulos. Debió pensar Mel que en algún momento cambiaría la balanza, porque es cierto que el Betis disfrutó de contragolpes peligrosos, que robó arriba algunas veces, pero no fue tan efectivo esta vez como en Bilbao, y la tendencia no se invirtió, aumentó.
Hablábamos de obstinación en las primeras líneas del texto porque precisamente no reaccionó Mel en el sentido del partido. No quiso adaptarse, quiso imponer su juego. Por eso, o porque no confía en Salva Sevilla, o porque no quería darle desde ya la alternativa a Nono, no sacó al césped a un centrocampista, sino que insistió en la segunda parte con el juego incisivo, con las bandas y la velocidad (Pozuelo, Campbell, tras el cambio obligado de Amaya por Paulao). Pero el efecto se repetía. Las acciones ofensivas verdiblancas llegaban por accidente o de forma puntual, pero no por la constancia en el juego, esa la tenía el Rayo, en el que sus mejores jugadores tocaban mucho la pelota, Trashorras, Piti, la irrupción del brasileño Baptistao... Buena medida esa, conseguir que tus mejores futbolistas toquen mucho la pelota.
A veces, a pesar de todo, un panorama similar de un encuentro determinado puede no terminar del mismo modo que terminó este encuentro. Puede que el desenlace no sea la derrota para el Betis, porque con una defensa férrea se puede aguantar y buscar la contra, la velocidad... Pero no es el caso, y Mel debe saberlo. Debe saber que Chica hoy por hoy sigue siendo blando, mantequilla, tanto en el primer gol en contra como en el segundo. Y debe saber que Fabricio es un manojo de nervios. Y eso provoca que haya más posibilidades de perder que de ganar. Y eso pasó, que el Betis perdió, incluso pudo recibir algún tanto más. Y en líneas generales perdió porque el rival fue mejor, o al menos ejecutó mejor su plan, bastante mejor. Y en parte porque el Betis no supo leer el partido, se obstinó en plasmar una forma de juego que en esta ocasión era deficitaria para el equipo. Le quitó más que le dio.
Fuente: ElDesmarque
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