Después de encajar seis derrotas seguidas, sumar un empate debió de saberle a gloria a los verdiblancos, sobre todo porque se logró después de completar un partido bastante serio y ordenado en el que se plantó cara a uno de los rivales de postín de la Liga, en el que su mejor hombre fue el silbado Joaquín.
El puntito sirve para poner fin a una racha nefasta y evita igualar la peor de la historia –que estaba en siete derrotas–, aunque no impide que el Betis –con un gol a favor en siete jornadas– siga inmerso en una profunda crisis goleadora que no tiene parangón en su andadura por Primera.
Así que pares y nones, aunque el punto le vale a Mel para ahuyentar debates sobre su continuidad y le permitirá preparar con más sosiego el próximo partido, dentro de dos semanas en Villarreal, pues ahora viene un parón y hubiera sido insoportable afrontarlo con la losa de siete derrotas encima.
Sin sorpresas. Pese a que el técnico guardó con celo la formación titular, no hubo sorpresas a la hora iniciar el pleito, entre otras cosas porque son muchos los lesionados que arrastra el plantel y tampoco le queda a Mel demasiado donde elegir. Así que vuelta al 4-3-3, ya usado en Santander, y un único retoque en la formación de salida, con Jorge Molina en el eje del ataque en vez de Pereira. Pozuelo jugó esta vez escorado a la derecha y Rubén Castro lo hizo por la izquierda, aunque cayendo al centro y pisando el área por los espacios que abría Molina. Un fichaje en el once (Ustaritz) y cinco canteranos, que serían luego seis con Ezequiel.
Con Iriney y Cañas en el doble pivote este Betis gana en agresividad y recuperación, pero pierde posesión y toque, aunque debe pensar Mel que la cosa no está ahora para mucho toque, por lo que siguió apostando por ambos por cuarto partido consecutivo, pese a que los tres anteriores se saldaron con derrota.
Los centrocampistas béticos, a base de vaciarse en cada carrera y presionar, lograron imponer un ritmo de juego que los malacitanos, pausados y contemplativos, no quisieron seguir, de ahí que, aunque a trompicones, llegaran buenas ocasiones de gol por el área costasoleña que Rubén Castro (6’) y Jorge Molina (23’) no acertaron a definir, aunque la más clara fue un despeje a propia meta de Demichelis (34’) que obligó al meta Willy Caballero a realizar su única parada de la noche.
En el Málaga sólo daba la cara Joaquín, que a sus treinta años sigue manteniendo intacto el desborde y derrocha calidad en todo lo que hace. Suya fue la mejor ocasión malagueña, aunque llegó muy forzado al centro de Duda (6’) y su remate se fue bastante desviado cuando estaba en inmejorable posición. A Cazorla e Isco ni se les vio y de haber estado más vivos los atacantes béticos podían haber hecho mucho daño al pesado Mathijsen por el eje central, donde Demichelis tuvo que emplearse por dos.
Pero Rubén Castro sigue lejos de su mejor estado de forma y a Jorge Molina le está costando un mundo acoplarse a la categoría. Las intentonas de Pozuelo, muy vivo toda la noche, o los disparos lejanos de Beñat, ayer bastante desatinados, no fueron suficientes para quebrar esa dinámica tan negativa de cara al gol, por lo que el equipo se fue al descanso con 0-0 después de vaciarse y ser mejor que el rival.
Pagó el esfuerzo. El esfuerzo de esa primera parte lo pagó el equipo en el arranque de la segunda, cuando el Málaga le metió algo más de intensidad a su fútbol y Casto se erigió en protagonista, al salvar tres ocasiones de gol seguidas a remates de Rondón (55’), Cazorla (59’) y Buonanotte (62’).La afición vio a su equipo flaquear y los gritos de ánimo se redoblaron hasta surtir efecto. Iriney y Cañas supieron cortar el ritmo al rival y el juego, tras diez largos minutos de desconcierto local, quedó nivelado.
Mel volvió a ser valiente metiendo primero a Ezequiel, luego a Matilla y a Jeff (por Beñat, Pozuelo y Rubén), apostando por buscar la victoria aunque le pudiera costar el empate. Atrás –bien Isidoro– el equipo estuvo más sólido, sin cometer errores, y las buenas paradas de Casto sí valieron esta vez al menos un punto, un punto para frenar la sangría de derrotas y quién sabe si un punto que será de inflexión de cara a próximos compromisos. Falta hace.
El puntito sirve para poner fin a una racha nefasta y evita igualar la peor de la historia –que estaba en siete derrotas–, aunque no impide que el Betis –con un gol a favor en siete jornadas– siga inmerso en una profunda crisis goleadora que no tiene parangón en su andadura por Primera.
Así que pares y nones, aunque el punto le vale a Mel para ahuyentar debates sobre su continuidad y le permitirá preparar con más sosiego el próximo partido, dentro de dos semanas en Villarreal, pues ahora viene un parón y hubiera sido insoportable afrontarlo con la losa de siete derrotas encima.
Sin sorpresas. Pese a que el técnico guardó con celo la formación titular, no hubo sorpresas a la hora iniciar el pleito, entre otras cosas porque son muchos los lesionados que arrastra el plantel y tampoco le queda a Mel demasiado donde elegir. Así que vuelta al 4-3-3, ya usado en Santander, y un único retoque en la formación de salida, con Jorge Molina en el eje del ataque en vez de Pereira. Pozuelo jugó esta vez escorado a la derecha y Rubén Castro lo hizo por la izquierda, aunque cayendo al centro y pisando el área por los espacios que abría Molina. Un fichaje en el once (Ustaritz) y cinco canteranos, que serían luego seis con Ezequiel.
Con Iriney y Cañas en el doble pivote este Betis gana en agresividad y recuperación, pero pierde posesión y toque, aunque debe pensar Mel que la cosa no está ahora para mucho toque, por lo que siguió apostando por ambos por cuarto partido consecutivo, pese a que los tres anteriores se saldaron con derrota.
Los centrocampistas béticos, a base de vaciarse en cada carrera y presionar, lograron imponer un ritmo de juego que los malacitanos, pausados y contemplativos, no quisieron seguir, de ahí que, aunque a trompicones, llegaran buenas ocasiones de gol por el área costasoleña que Rubén Castro (6’) y Jorge Molina (23’) no acertaron a definir, aunque la más clara fue un despeje a propia meta de Demichelis (34’) que obligó al meta Willy Caballero a realizar su única parada de la noche.
En el Málaga sólo daba la cara Joaquín, que a sus treinta años sigue manteniendo intacto el desborde y derrocha calidad en todo lo que hace. Suya fue la mejor ocasión malagueña, aunque llegó muy forzado al centro de Duda (6’) y su remate se fue bastante desviado cuando estaba en inmejorable posición. A Cazorla e Isco ni se les vio y de haber estado más vivos los atacantes béticos podían haber hecho mucho daño al pesado Mathijsen por el eje central, donde Demichelis tuvo que emplearse por dos.
Pero Rubén Castro sigue lejos de su mejor estado de forma y a Jorge Molina le está costando un mundo acoplarse a la categoría. Las intentonas de Pozuelo, muy vivo toda la noche, o los disparos lejanos de Beñat, ayer bastante desatinados, no fueron suficientes para quebrar esa dinámica tan negativa de cara al gol, por lo que el equipo se fue al descanso con 0-0 después de vaciarse y ser mejor que el rival.
Pagó el esfuerzo. El esfuerzo de esa primera parte lo pagó el equipo en el arranque de la segunda, cuando el Málaga le metió algo más de intensidad a su fútbol y Casto se erigió en protagonista, al salvar tres ocasiones de gol seguidas a remates de Rondón (55’), Cazorla (59’) y Buonanotte (62’).La afición vio a su equipo flaquear y los gritos de ánimo se redoblaron hasta surtir efecto. Iriney y Cañas supieron cortar el ritmo al rival y el juego, tras diez largos minutos de desconcierto local, quedó nivelado.
Mel volvió a ser valiente metiendo primero a Ezequiel, luego a Matilla y a Jeff (por Beñat, Pozuelo y Rubén), apostando por buscar la victoria aunque le pudiera costar el empate. Atrás –bien Isidoro– el equipo estuvo más sólido, sin cometer errores, y las buenas paradas de Casto sí valieron esta vez al menos un punto, un punto para frenar la sangría de derrotas y quién sabe si un punto que será de inflexión de cara a próximos compromisos. Falta hace.
FUENTE: El correo de andalucia
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