El Real Betis suma otros 3 puntos más y sigue lider. Los verdiblancos dejaron bien a las claras que lo ocurrido el miércoles pasado contra el Barça B fue un error infantil, que no debe repetirse hasta dentro de muchos partidos. Dios quiera que no haya más, pero al fin y al cabo hablamos de fútbol.
Ante un ultradefensivo Córdoba,el Betis dejó claro desde el primer minuto a qué jugaba. Fue a buscar al Córdoba arriba, donde más daño le hacía. Presionó cerca del área contraria y no tardó en embotellar al conjunto este sábado de rojo. Apenas cruzaba el centro del campo el equipo visitante gracias a la poca destreza de sus centrocampistas y a la fe y el buen hacer bético. La contra, la única bien llevada por Arteaga, en la que a punto estuvo de adelantarse el Córdoba fue un espejismo.
El Betis dejó claro desde el primer minuto a qué jugaba. Fue a buscar al Córdoba arriba, donde más daño le hacía. Presionó cerca del área contraria y no tardó en embotellar al conjunto este sábado de rojo. Apenas cruzaba el centro del campo el equipo visitante gracias a la poca destreza de sus centrocampistas y a la fe y el buen hacer bético. La contra, la única bien llevada por Arteaga, en la que a punto estuvo de adelantarse el Córdoba fue un espejismo. El Betis se comió a los de la Mezquita. Tampoco fue un contratiempo la lesión de Miguel Lopes a los 20 minutos. Su sustituto, Jorge Molina, tocó dos balones nada más saltar al campo. El primero para asistir a Salva Sevilla en un tiro desde la frontal y el segundo para batir al odiado por la grada Raúl Navas tras una indecisión local. Vital resultó la entrada del delantero. Como vital era la presión de Iriney o Beñat, que a modo de martillo pilón recuperaban más y más balones. Tuvo, además, la oportunidad el brasileño de sacar brillo a su trabajo con un golazo apenas dos minutos después del 1-0. Un centro cerrado desde el costado derecho se envenenó y se convirtió en un bello tanto que prácticamente dejó cerrado el partido a la media hora, aunque pudo llegar algún tanto más del Betis ante un equipo a su merced.
Todo se veía tan fácil y tan cómodo que la reacción cordobesa de la segunda parte cogió desprevenido al Betis. Los de Alcaraz adelantaron líneas y mostraron más ambición que la nula de la primera parte. Eso y la pájara de cada día de los verdiblancos, hicieron temer en un momento por el partido a raíz del tanto de Sesma, en una contra de libro de los cordobeses. El 2-1 resucitó el fantasma del pasado miércoles y del empate del Barcelona B. Pero fue precisamente en ese momento cuando el Betis mostró su carácter y su madera de líder, y se comprobó que las broncas de Mel surten efecto, porque el equipo sevillano no dio más lugar a las dudas. Se desperezó de nuevo, empezó a jugar y de nuevo, en cuestión de diez minutos, se volvió a hacer con el partido, un partido que ya no se iba a escapar. Fue entonces cuando Salva Sevilla cogió la batuta, Rubén Castro comenzó a hilar sus notas y el Betis selló sus tres puntos con un tanto, otro más, del canario. La impotencia del Córdoba y el absoluto dominio local dio para un final del partido tranquilo, calmado y más cercano a la goleada que del nerviosismo.
Ante un ultradefensivo Córdoba,el Betis dejó claro desde el primer minuto a qué jugaba. Fue a buscar al Córdoba arriba, donde más daño le hacía. Presionó cerca del área contraria y no tardó en embotellar al conjunto este sábado de rojo. Apenas cruzaba el centro del campo el equipo visitante gracias a la poca destreza de sus centrocampistas y a la fe y el buen hacer bético. La contra, la única bien llevada por Arteaga, en la que a punto estuvo de adelantarse el Córdoba fue un espejismo.
El Betis dejó claro desde el primer minuto a qué jugaba. Fue a buscar al Córdoba arriba, donde más daño le hacía. Presionó cerca del área contraria y no tardó en embotellar al conjunto este sábado de rojo. Apenas cruzaba el centro del campo el equipo visitante gracias a la poca destreza de sus centrocampistas y a la fe y el buen hacer bético. La contra, la única bien llevada por Arteaga, en la que a punto estuvo de adelantarse el Córdoba fue un espejismo. El Betis se comió a los de la Mezquita. Tampoco fue un contratiempo la lesión de Miguel Lopes a los 20 minutos. Su sustituto, Jorge Molina, tocó dos balones nada más saltar al campo. El primero para asistir a Salva Sevilla en un tiro desde la frontal y el segundo para batir al odiado por la grada Raúl Navas tras una indecisión local. Vital resultó la entrada del delantero. Como vital era la presión de Iriney o Beñat, que a modo de martillo pilón recuperaban más y más balones. Tuvo, además, la oportunidad el brasileño de sacar brillo a su trabajo con un golazo apenas dos minutos después del 1-0. Un centro cerrado desde el costado derecho se envenenó y se convirtió en un bello tanto que prácticamente dejó cerrado el partido a la media hora, aunque pudo llegar algún tanto más del Betis ante un equipo a su merced.
Todo se veía tan fácil y tan cómodo que la reacción cordobesa de la segunda parte cogió desprevenido al Betis. Los de Alcaraz adelantaron líneas y mostraron más ambición que la nula de la primera parte. Eso y la pájara de cada día de los verdiblancos, hicieron temer en un momento por el partido a raíz del tanto de Sesma, en una contra de libro de los cordobeses. El 2-1 resucitó el fantasma del pasado miércoles y del empate del Barcelona B. Pero fue precisamente en ese momento cuando el Betis mostró su carácter y su madera de líder, y se comprobó que las broncas de Mel surten efecto, porque el equipo sevillano no dio más lugar a las dudas. Se desperezó de nuevo, empezó a jugar y de nuevo, en cuestión de diez minutos, se volvió a hacer con el partido, un partido que ya no se iba a escapar. Fue entonces cuando Salva Sevilla cogió la batuta, Rubén Castro comenzó a hilar sus notas y el Betis selló sus tres puntos con un tanto, otro más, del canario. La impotencia del Córdoba y el absoluto dominio local dio para un final del partido tranquilo, calmado y más cercano a la goleada que del nerviosismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario