Incalculable valor la victoria conseguida este sábado por el Real Betis en Montilivi. Tres puntos que pueden ser claves en la lucha por el ascenso directo a la primera división. En primer lugar porque el Gerona no contaba por derrota en Montilivi más que un partido esta temporada y en segundo lugar porque los pupilos de Pepe Mel dejaron atrás definitivamente los malos resultados de jornadas anteriores y reafirmando su recuperación tanto futbolistica como en puntos (lleva conseguidos 10 puntos de 12 posibles).
El árbitro decidió que el partido se jugara pese a que en muchas zonas del campo, en especial la banda derecha por la que atacó el Betis en la primera parte, el balón flotaba completamente, lo que obligó a béticos y gerundenses a practicar un fútbol de patadón y tente tieso en el que lo primordial era alejar el esférico del área propia y ganar metros con patadas a seguir, como si de un match de rugby se tratara.
Visto el estado del campo, Mel prescindió de Ezequiel y formó en medio campo con Iriney y Beñat en el doble pivote, para situar más adelantados y por detrás de Jorge Molina a Rubén Castro, Emana y Salva Sevilla, el único que tuvo claro desde el inicio cómo había que jugar en el inmenso charco que era Montilivi, donde fueron los gerundeses los que llevaron la iniciativa –y las ocasiones– en la primera parte por medio de Peragón y que acabó con el balón besando la cepa del poste de la meta de Casto. Del otro lado, los verdiblancos en la primera parte conducían en exceso el balón en un campo impracticable para tal fútbol y pocos fueron los futbolistas que comprendieron que se debía hacer un juego directo y disparar a portería en cuanto fuera posible.
En la segunda mitad, los verdiblancos salieron con intención de llevarse el partido y en parte fue gracias a la labor de los operarios gerundenses que achicaron agua del campo durante el descanso y propiciaron que el futbol de toque aflorase en los heliopolitanos. El Betis salió dominando, cercando el área de Santamaría y apostando por el triunfo sin tapujos. Pero siempre fallaba el último pase, el remate definitivo o el detalle clave para desequilibrar el marcador. Emaná a punto estuvo de marcar en dos ocasiones, en la primera se adelantó un central rival y en la segunda fue Santamaría quien evitó el gol. El africano esta vez sí se echó a sus espaldas el ataque verdiblanco ante un Girona superado ante la mayor decisión de los béticos.
El balón parado se presumía decisivo para decidir el choque y fue en un córner botado por Beñat donde llegó el 0-1 de Rubén Castro. El pichichi bético saltó anticipandose a su defensa y cabeceó el tanto decisivo del partido.
En los veinte minutos finales los pupilos de Pepe Mel siguieron buscando la portería rival y en ningún momento dió la sensación de perder los tres puntos en litigio. Se movió banquillo y a cinco minutos del final expulsión de los gerundenses que se quedaron con 10.
El árbitro decidió que el partido se jugara pese a que en muchas zonas del campo, en especial la banda derecha por la que atacó el Betis en la primera parte, el balón flotaba completamente, lo que obligó a béticos y gerundenses a practicar un fútbol de patadón y tente tieso en el que lo primordial era alejar el esférico del área propia y ganar metros con patadas a seguir, como si de un match de rugby se tratara.
Visto el estado del campo, Mel prescindió de Ezequiel y formó en medio campo con Iriney y Beñat en el doble pivote, para situar más adelantados y por detrás de Jorge Molina a Rubén Castro, Emana y Salva Sevilla, el único que tuvo claro desde el inicio cómo había que jugar en el inmenso charco que era Montilivi, donde fueron los gerundeses los que llevaron la iniciativa –y las ocasiones– en la primera parte por medio de Peragón y que acabó con el balón besando la cepa del poste de la meta de Casto. Del otro lado, los verdiblancos en la primera parte conducían en exceso el balón en un campo impracticable para tal fútbol y pocos fueron los futbolistas que comprendieron que se debía hacer un juego directo y disparar a portería en cuanto fuera posible.
En la segunda mitad, los verdiblancos salieron con intención de llevarse el partido y en parte fue gracias a la labor de los operarios gerundenses que achicaron agua del campo durante el descanso y propiciaron que el futbol de toque aflorase en los heliopolitanos. El Betis salió dominando, cercando el área de Santamaría y apostando por el triunfo sin tapujos. Pero siempre fallaba el último pase, el remate definitivo o el detalle clave para desequilibrar el marcador. Emaná a punto estuvo de marcar en dos ocasiones, en la primera se adelantó un central rival y en la segunda fue Santamaría quien evitó el gol. El africano esta vez sí se echó a sus espaldas el ataque verdiblanco ante un Girona superado ante la mayor decisión de los béticos.
El balón parado se presumía decisivo para decidir el choque y fue en un córner botado por Beñat donde llegó el 0-1 de Rubén Castro. El pichichi bético saltó anticipandose a su defensa y cabeceó el tanto decisivo del partido.
En los veinte minutos finales los pupilos de Pepe Mel siguieron buscando la portería rival y en ningún momento dió la sensación de perder los tres puntos en litigio. Se movió banquillo y a cinco minutos del final expulsión de los gerundenses que se quedaron con 10.
Ahora si, parece ser que con los resultados de sus rivales directos el Real Betis está de vuelta y esperemos que sea para quedarse hasta junio. Buenas noticias para una afición que lo esperaba como agua de mayo.
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