El Betis se dejó empatar en el descuento por el Español. Le ocurrió lo que hace unos meses era un clásico, que el rival lo sorprendió in extremis. Suerte que Rubén Castro había puesto por delante a los verdiblancos, que como mucho hicieron méritos para la igualada que al final obtuvieron, pero que con el triunfo en las manos se lamentan ahora de haber dejado pasar incomprensiblemente una gran oportunidad para vivir más tranquilos.
El gol de Pandiani llegó en el 93, precedido por un error conjunto de Nelson y Pereira; ambos fueron a despejar y ninguno lo hizo, y el balón cayó en los pies de un matador. Cuando el uruguayo fusiló a Fabricio, a la grada del Benito Villamarín le pareció vivir un déjà vu. Aunque, en realidad, la afición no sabe ya qué es lo que está viviendo. Porque el equipo tan pronto parece un ciclón como está de capa caída. La versión ante el Español fue bastante más parecida a la de Vallecas que a la del Madrid. Es decir, fue la B, esa que no quería Mel, que nadie esperaba ver precisamente este jueves.
Se esperaba que el equipo mostrara un discurso más elaborado en el campo. Pero después de unos días de silencio, tampoco empleó el Betis retórica sobre el césped. Estuvo a punto, pese a su escasez de elocuencia, de conseguir un bendito ruido, tres puntos muy necesarios. Pero, al final, se le escaparon dos de los bolsillos.
En un encuentro falto de ritmo, la primera mitad no dejó nada especial que relatar. Si acaso, un destello de Coutinho, que no pudo concluir con éxito una jugada que él mismo inició con un bonito túnel. La estrategia que proponía el técnico bético no surtió efecto, puesto que el Betis no dificultó la salida del balón al rival. Es más, el Español tuvo tiempo para pensar, incluso en la zona de tres cuartos, y sólo a ratos activó el conjunto de Heliópolis su presión. El dominio de los de Pochettino no fue asfixiante, ni abrumador, pero sí suficiente para anular a un Betis que no supo poseer la pelota, que estuvo inseguro atrás y que, para colmo, erró continuamente al montar el contragolpe.
En la segunta mitad, sí que el cansanció le pasó factura al Español. El Betis parecía algo más entonado, y la adelantada línea defensiva de los pericos estuvo a punto de saltarla en varias ocasiones Juanma. Llegaron las primeras aproximaciones locales, y el partido, sin apenas velocidad, con muchas imprecisiones por parte de ambos equipos, se rompió. No hubo alternancia de grandes ocasiones, pero sí acercamientos.
Y justo cuando los visitantes parecían más decididos, llegó el gol del Betis. Un centro desde la derecha de Jonathan Pereira, que le hizo bien al Betis en ataque, fue cabeceado a la red por Rubén Castro, inteligente entre los centrales españolistas.
Era el minuto 79. Diez por delante no parecían demasiados: el Español, aunque tendría que arriesgar, no estaba tampoco en disposición de agobiar a Fabricio. Dídac fue quien más cerca tuvo el empate antes de que éste finalmente llegara, con un disparo desde dentro del área que se marchó al lateral. Y cuando el premio estaba ya listo para ser disfrutado es cuando apareció Pandiani para batir a Fabricio y estropear los que hubiesen sido dos días felices. Claro que otras veces propuso más el Betis y se llevó menos.
No es esto lo que quería Mel. Quería vida propia y apenas la hubo. Ante el Racing, este domingo, la grada merece ver otra versión mejor, aunque lo cierto es que, incluso con una cara no tan buena, principalmente por deméritos ajenos, sigue creciendo la distancia con el abismo...
FUENTE: ELDESMARQUE
El gol de Pandiani llegó en el 93, precedido por un error conjunto de Nelson y Pereira; ambos fueron a despejar y ninguno lo hizo, y el balón cayó en los pies de un matador. Cuando el uruguayo fusiló a Fabricio, a la grada del Benito Villamarín le pareció vivir un déjà vu. Aunque, en realidad, la afición no sabe ya qué es lo que está viviendo. Porque el equipo tan pronto parece un ciclón como está de capa caída. La versión ante el Español fue bastante más parecida a la de Vallecas que a la del Madrid. Es decir, fue la B, esa que no quería Mel, que nadie esperaba ver precisamente este jueves.
Se esperaba que el equipo mostrara un discurso más elaborado en el campo. Pero después de unos días de silencio, tampoco empleó el Betis retórica sobre el césped. Estuvo a punto, pese a su escasez de elocuencia, de conseguir un bendito ruido, tres puntos muy necesarios. Pero, al final, se le escaparon dos de los bolsillos.
En un encuentro falto de ritmo, la primera mitad no dejó nada especial que relatar. Si acaso, un destello de Coutinho, que no pudo concluir con éxito una jugada que él mismo inició con un bonito túnel. La estrategia que proponía el técnico bético no surtió efecto, puesto que el Betis no dificultó la salida del balón al rival. Es más, el Español tuvo tiempo para pensar, incluso en la zona de tres cuartos, y sólo a ratos activó el conjunto de Heliópolis su presión. El dominio de los de Pochettino no fue asfixiante, ni abrumador, pero sí suficiente para anular a un Betis que no supo poseer la pelota, que estuvo inseguro atrás y que, para colmo, erró continuamente al montar el contragolpe.
En la segunta mitad, sí que el cansanció le pasó factura al Español. El Betis parecía algo más entonado, y la adelantada línea defensiva de los pericos estuvo a punto de saltarla en varias ocasiones Juanma. Llegaron las primeras aproximaciones locales, y el partido, sin apenas velocidad, con muchas imprecisiones por parte de ambos equipos, se rompió. No hubo alternancia de grandes ocasiones, pero sí acercamientos.
Y justo cuando los visitantes parecían más decididos, llegó el gol del Betis. Un centro desde la derecha de Jonathan Pereira, que le hizo bien al Betis en ataque, fue cabeceado a la red por Rubén Castro, inteligente entre los centrales españolistas.
Era el minuto 79. Diez por delante no parecían demasiados: el Español, aunque tendría que arriesgar, no estaba tampoco en disposición de agobiar a Fabricio. Dídac fue quien más cerca tuvo el empate antes de que éste finalmente llegara, con un disparo desde dentro del área que se marchó al lateral. Y cuando el premio estaba ya listo para ser disfrutado es cuando apareció Pandiani para batir a Fabricio y estropear los que hubiesen sido dos días felices. Claro que otras veces propuso más el Betis y se llevó menos.
No es esto lo que quería Mel. Quería vida propia y apenas la hubo. Ante el Racing, este domingo, la grada merece ver otra versión mejor, aunque lo cierto es que, incluso con una cara no tan buena, principalmente por deméritos ajenos, sigue creciendo la distancia con el abismo...
FUENTE: ELDESMARQUE
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