Después de darse el gustazo de ganarle al FC Barcelona en la Copa del Rey, el Betis acudió a la Ciudad Deportiva del Villarreal para perpetrar el peor partido de la temporada y caer ante el filial del conjunto amarillo, una derrota que le impide mejorar el histórico récord de puntos en una primera vuelta que ya le había igualado al Atlético de Madrid y, lo que es peor, que le deja con el aliento de Celta y Rayo en el cogote, pues los dos ganaron a domicilio y ya sólo están a tres puntos de los verdiblancos justo en el ecuador del Campeonato.
Nada nuevo bajo el sol, de la cima a la sima como tantas y tantas veces ha hecho el Real Betis Balompié, en esta ocasión un calco de lo acontecido hace 17 años: entonces, estando el Betis en Segunda, ganó al Barça de Johan Cruyff en la Copa del Rey y a los tres días palmó en su visita al campo del Villarreal, que por entonces era un equipo del montón en Segunda. Ahora ha ocurrido algo muy similar: victoria ante el Barça –aunque no sirviera para eliminarlo, como entonces– y pifia ante el filial del submarino, al que bastó con un gol de penalti a los tres minutos para dejar a los béticos sin respuesta durante todo el partido.
El ‘milagro’ bético. Lo cierto es que, a pesar de los pesares, el Betis acaba la primera vuelta líder y con tres puntos de ventaja sobre sus perseguidores –llegó a tener ocho sobre el tercero, el Rayo, hace tres jornadas–, lo que no deja de ser un milagro futbolístico si se analiza con detalle, por ejemplo, la alineación titular que jugó ayer, con Fernando Vega en el lateral zurdo porque no hay otro, y plagada de chavales del filial por el cúmulo de bajas que arrastra el equipo, y la acumulación de partidos que ha soportado en esta cuesta de enero que se le ha hecho larguísima, pues el de ayer era el séptimo que afrontaban los verdiblancos en apenas veinte días.
Nástic, Getafe, Huesca, Barcelona, Alcorcón, otra vez Barcelona y Villarreal B. Demasiado para este plantel que no nos cansaremos de decir que está cogido con alfileres y que, tarde o temprano, debía acusar las bajas de gente tan importante como Emana, Dorado, Miguel Lopes o Momo, a quienes ayer se unieron Iriney –lesionado a última hora– y el sancionado Nacho.
Unan a ello el precario estado físico de gente como Rubén Castro, Miki Roqué o Beñat –recien salidos de lesiones, como Jonathan Pereira–, el cansancio acumulado tras el derroche del miércoles ante el Barça, pongan unas gotitas de angostura con el gol de penalti encajado a los tres minutos, mezclen bien, agiten en una coctelera y obtendrán un brevaje de Betis muy soso, sin la sal y la pimienta del fútbol presionante y atrevido que mostró sólo unos días antes ante el coloso culé.
Ni las fuerzas ni las ideas acompañaron ayer a los verdiblancos, que carecieron de argumentos futbolísticos para dar vuelta al tempranero 1-0 provocado por una pérdida de Beñat y el atropello prematuro de Fernando Vega a un rival en las narices del árbitro. Y no se les puede negar a los futbolistas béticos el empeño, aunque estuviera la mayoría de las veces mal dosificado. Isidoro y Fernando Vega se hartaron de colgar balones inocuos al área, Rubén Castro y Ezequiel apenas hicieron nada de provecho, como Jonathan Pereira o Juanma, que entraron después, aunque pese a ello el equipo se mantuvo todo el rato con opciones de empatar el partido gracias al buen hacer de Arzu y Salva Sevilla por el centro y al trabajo incansable de Jorge Molina en punta.
Un gol mal anulado. El ariete bético gozó de la mejor ocasión de la primera parte, al cabecear desviado un templado centro de Salva Sevilla (41’) junto a la escuadra de la meta de Mariño. Luego, en la segunda parte, el propio Jorge Molina cantó gol, pues mandó a la red el rechace en corto del portero a un libre directo botado por Salva Sevilla, aunque el juez de linea, con mal criterio, anuló el que pudo ser el tanto del empate al señalar un fuera de juego que no existió, pues Molina estba en línea con la defensa en el momento en que Salva ejecutó la falta.
Era el ingrediente que le faltaba al pobre partido del Betis para que volviera de vacío de Villarreal, como ocurrió en 1994. Aquel año acabó subiendo un Betis que luego haría historia, aunque para historia la que arrancó el viernes con el fallo de la Audiencia. Un Betis libre ha renacido. Y es el lider...
Nada nuevo bajo el sol, de la cima a la sima como tantas y tantas veces ha hecho el Real Betis Balompié, en esta ocasión un calco de lo acontecido hace 17 años: entonces, estando el Betis en Segunda, ganó al Barça de Johan Cruyff en la Copa del Rey y a los tres días palmó en su visita al campo del Villarreal, que por entonces era un equipo del montón en Segunda. Ahora ha ocurrido algo muy similar: victoria ante el Barça –aunque no sirviera para eliminarlo, como entonces– y pifia ante el filial del submarino, al que bastó con un gol de penalti a los tres minutos para dejar a los béticos sin respuesta durante todo el partido.
El ‘milagro’ bético. Lo cierto es que, a pesar de los pesares, el Betis acaba la primera vuelta líder y con tres puntos de ventaja sobre sus perseguidores –llegó a tener ocho sobre el tercero, el Rayo, hace tres jornadas–, lo que no deja de ser un milagro futbolístico si se analiza con detalle, por ejemplo, la alineación titular que jugó ayer, con Fernando Vega en el lateral zurdo porque no hay otro, y plagada de chavales del filial por el cúmulo de bajas que arrastra el equipo, y la acumulación de partidos que ha soportado en esta cuesta de enero que se le ha hecho larguísima, pues el de ayer era el séptimo que afrontaban los verdiblancos en apenas veinte días.
Nástic, Getafe, Huesca, Barcelona, Alcorcón, otra vez Barcelona y Villarreal B. Demasiado para este plantel que no nos cansaremos de decir que está cogido con alfileres y que, tarde o temprano, debía acusar las bajas de gente tan importante como Emana, Dorado, Miguel Lopes o Momo, a quienes ayer se unieron Iriney –lesionado a última hora– y el sancionado Nacho.
Unan a ello el precario estado físico de gente como Rubén Castro, Miki Roqué o Beñat –recien salidos de lesiones, como Jonathan Pereira–, el cansancio acumulado tras el derroche del miércoles ante el Barça, pongan unas gotitas de angostura con el gol de penalti encajado a los tres minutos, mezclen bien, agiten en una coctelera y obtendrán un brevaje de Betis muy soso, sin la sal y la pimienta del fútbol presionante y atrevido que mostró sólo unos días antes ante el coloso culé.
Ni las fuerzas ni las ideas acompañaron ayer a los verdiblancos, que carecieron de argumentos futbolísticos para dar vuelta al tempranero 1-0 provocado por una pérdida de Beñat y el atropello prematuro de Fernando Vega a un rival en las narices del árbitro. Y no se les puede negar a los futbolistas béticos el empeño, aunque estuviera la mayoría de las veces mal dosificado. Isidoro y Fernando Vega se hartaron de colgar balones inocuos al área, Rubén Castro y Ezequiel apenas hicieron nada de provecho, como Jonathan Pereira o Juanma, que entraron después, aunque pese a ello el equipo se mantuvo todo el rato con opciones de empatar el partido gracias al buen hacer de Arzu y Salva Sevilla por el centro y al trabajo incansable de Jorge Molina en punta.
Un gol mal anulado. El ariete bético gozó de la mejor ocasión de la primera parte, al cabecear desviado un templado centro de Salva Sevilla (41’) junto a la escuadra de la meta de Mariño. Luego, en la segunda parte, el propio Jorge Molina cantó gol, pues mandó a la red el rechace en corto del portero a un libre directo botado por Salva Sevilla, aunque el juez de linea, con mal criterio, anuló el que pudo ser el tanto del empate al señalar un fuera de juego que no existió, pues Molina estba en línea con la defensa en el momento en que Salva ejecutó la falta.
Era el ingrediente que le faltaba al pobre partido del Betis para que volviera de vacío de Villarreal, como ocurrió en 1994. Aquel año acabó subiendo un Betis que luego haría historia, aunque para historia la que arrancó el viernes con el fallo de la Audiencia. Un Betis libre ha renacido. Y es el lider...
Fuente: El correo de Andalucía
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